Resiliencia es la habilidad para sobrellevar el estrés y ser capaz de afrontar con éxito situaciones difíciles. Entonces ¿Cómo podemos fomentar la resiliencia? Podemos hacerlos a través de la coherencia, la resistencia y la autoeficacia, que son otros tres factores protectores de la personalidad.
1. El sentido de coherencia
El sentido de coherencia es la capacidad de entender los sucesos adversos como desafíos que nos movilizan y orientan positivamente en la vida. Esto hace que la persona con sentido de coherencia actúen de acuerdo a sus valores, lo que genera una gran motivación en ellos. Es decir, estas personas eligen afrontar los retos integrándolos en su sistema de valores y haciéndolos propios. Por ejemplo, si mi jefe me manda hacer un informe sobre los resultados de la empresa este año, primero pienso la manera en qué me afecta este informe y cómo puede resultarme interesante hacerlo. Podría ser bueno para ayudarme a entender cómo funciona la empresa o para aprender si en un futuro quiero establecer mi propio negocio. De este modo sentiré más motivación y me centraré más en el resultado de la tarea que en el estrés que me puede generar hacerla.
Los sujetos con un alto sentido de coherencia consiguen manejar mejor el estrés al utilizar estrategias de afrontamiento más adaptativas y considerar que disponen o que pueden adquirir las competencias necesarias para resolver los problemas.
2. La resistencia
Los individuos con personalidad resistente suelen ser personas de gran compromiso, control y orientados al reto. Las personalidades resistentes creen en lo que hacen y se comprometen con aquello que les importa. Esto les lleva a sentirse motivados por algo sin necesidad de ser compensados directamente por una tercera persona. Es decir, sienten pasión por aquello que hacen. Si decido hacer algo me esfuerzo en hacerlo lo mejor posible y llegando hasta el final, aunque sea una actividad que en un primer momento no me llamaba la atención. Por ejemplo, si mis amigos me invitan a jugar al tenis y nunca he jugado, me esfuerzo por aprender, preguntándoles cómo puedo jugar mejor, y comprometiéndome a jugar todo el partido.
Además las personalidades resistentes adoran los retos y consideran el cambio como algo consustancial a la vida. Gracias a esto comprenden los cambios no como fracasos sino como retos beneficiosos para su desarrollo individual, como una oportunidad para mejorar y seguir progresando en cualquier ámbito de la vida.
3. La autoeficacia.
Por último la autoeficacia nos hace más fuertes. La autoeficacia se forma gracias a los pensamientos que tiene una persona sobre sus habilidades y su capacidad para tratar con las diferentes situaciones que se presentan.
La manera de lograr la autoeficacia y de sentirnos capaces de afrontar los retos diarios es a través de experiencias previas en las que hemos alcanzado nuestros objetivos y hemos superado los obstáculos del camino. Por ejemplo, si el mes pasado llegué a los objetivos de facturación que tenía en mi trabajo, este mes me sentiré capaz de lograrlos también. La autoeficacia a su vez se ve influida por los mensajes que nos mandan los demás. Si nuestros amigos y familiares creen en nuestra capacidad para hacer algo, por ejemplo para aprobar un examen importante, esto nos influirá positivamente en la manera que valoramos nuestra capacidad para aprobarlo.
De esta manera, las personas estarán más motivadas si perciben que sus acciones pueden ser eficaces, esto es si hay la convicción de que tienen habilidades personales que les permitan regular sus acciones. Así, una alta autoeficacia percibida se relaciona con pensamientos y aspiraciones positivas acerca de realizar la conducta con éxito, menor estrés, ansiedad y percepción de amenaza, junto con una adecuada planificación del curso de acción y anticipación de buenos resultados.
En resumen, la coherencia, la resistencia y la autoeficacia son conceptos importantes para la psicología y el desarrollo personal ya que refuerza la idea de que los seres humanos pueden fortalecerse y aprender a superar los obstáculos. En definitiva, estos factores protectores hacen que los individuos sean proactivos y que sientan más seguridad en sí mismos y en su modo de actuar. Para fortalecer nuestra personalidad es fundamental ver los obstáculos como retos, buscar actividades que nos motiven y confiar en nuestra capacidad para afrontar con las diferentes situaciones que se presentan. De este modo ganaremos seguridad y confianza en nosotros mismos.
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