Japón es un país que llama mucho la atención a los extranjeros. Esto es en parte porque al ser una isla y al haber permanecido hermética al exterior hasta hace 100 años ha conservado sus tradiciones y su modo peculiar de funcionar con respecto al resto del mundo. Al visitar el país nipón he sacado varias impresiones que creo merece la pena comentar.
Lo
primero que pensé al llegar a la capital es que los japoneses (o
al menos los tokiotas) parecen dirigirse siempre con calma a su destino.
Tranquilos a pesar de tener prisa, las bicis van por la acera pero despacio,
nadie corre en el metro ni se salta un semáforo. Tal vez se deba al hecho de
que puedes ir caminando entre rascacielos interminables y de repente aparecer en
un bosque frondoso lleno de grillos y santuarios. Esto da paz y deja descansar
del bullicio de una ciudad tan grande como Tokio (tiene más de 10 millones de
habitantes, sin contar los miles de turistas que la visitan cada año). Eso si,
no te pares sin previo aviso, sin duda serás arrollado al romper la armonía y
el orden con el que marchan los japoneses.
Todo
el mundo se muestra amable. En los hoteles y apartamentos te dejan sus típicos
paraguas transparentes para que lo utilices durante tu estancia si fuera
necesario. Si visitas Tokio en verano lo vas a necesitar seguro. Además, si
eres un turista parado con un mapa en medio de la ciudad varias personas se
acercaran a ayudarte, e incluso se ofrecerán a acompañarte aunque tu destino
este a media hora andando y esté diluviando. Este gesto es de agradecer, sobre
todo porque en Japón muchas calles no tienen nombre, y los edificios no tienen
número. Al parecer la manera de orientarse (que resulta confusa hasta para los
propios japoneses) es teniendo como referencia los nombres de ciertos edificios
más grandes o emblemáticos. Bueno, para ser sinceros, las calles más grandes sí
que tienen nombre, pero estas no son suficientes para orientarse si buscas un
piso o un local concretos. Hay que decir que a pesar de sus calles anónimas, en
Japón son mucho de nombres. De hecho hicieron un concurso para ver como
llamaban a sus emblemáticos trenes bala para así categorizarlos según su
velocidad.
Y
es que los japoneses son muy ordenados. Parece que en un país con tantos habitantes
concentrados en las grandes urbes es necesario tener ciertas normas
fundamentales. A grandes rasgos las normas básicas de convivencia en Japón son
varias:
- Ir por la izquierda y dejar pasar por la derecha. Incluso andando por la calle. Esta norma no se respeta siempre, bien porque la gran cantidad de gente invita a flexibilizar la norma, bien por la influencia de turistas despistados que tienden a mantener las costumbres que traen de casa (entre ellas andar por la derecha).
- No tirar basura en sitios públicos. Casi no hay papeleras por la ciudad, y aún así no hay ni un resto de basura por la calle. Esto es porque los japoneses se llevan la basura a casa, donde la separan para el reciclaje. Su sistema de reciclaje es distinto al europeo y a veces resulta más complejo averiguar en qué cubo va el vaso del café para llevar del desayuno que resolver el sudoku de la última página del periódico de los domingos. El reciclaje se divide generalmente en tres o cuatro cubos: combustibles (basura que se puede quemar, creo que se refieren al papel y a plásticos manchados o sucios), latas, plásticos/ botellas (hay que tirar el tapón y la etiqueta en otro cubo) y por último otros restos. Ante la duda supongo que es mejor usar el de otros restos.
- No hablar por el móvil en el metro. De hecho en el metro casi nadie habla, aunque en parte puede deberse a que la mayoría de los pasajeros van solos. Además, Japón está lleno de carteles que prohíben andar mirando el móvil. Esta es una de las normas que no han conseguido que se respete, ya que es muy frecuente ver a transeúntes haciendo uso de su smartphone incluso cuando van en bicicleta. En una ciudad tan abarrotada como Tokio se producen un sin fin de choques y algunos accidentes. Esto supone un grave problema en el metro, donde el año pasado cayeron 32 personas a las vías por estar mirando el móvil mientras caminaban por el andén. Creo que es importante señalar cómo la adicción a las nuevas tecnologías es la criptonita de los japoneses, que siempre habían sido respetuosos con las normas hasta ahora.
- No fumar en la calle. En Japón se permite fumar en lugares designados para ello ubicados sobre todo en estaciones. En los restaurantes hay zona (o piso) de fumadores, y también se puede fumar en sus típicos locales de Pachinko y en las salas recreativas. Básicamente se permite fumar en todo en lo que puedas soltar dinero. Lo tienen bien pensado.
- En los autobuses está terminantemente prohibido hablar con el conductor. Esta prohibición está pensada para evitar accidentes. Son muy poco flexibles con esta norma. Aunque el autobús esté totalmente parado y seas un turista perdido olvídate de hablar con el conductor, no te responderá. Merece la pena mencionar también que en los autobuses japoneses se entra por la puerta de atrás y se paga al salir, saliendo por la puerta delantera. Esto puede crear un poco de atasco al salir, sobre todo si no llevas el importe exacto del billete preparado.
- Hacen cola para todo, para restaurantes, tiendas, locales de moda... Al ser rápidos y eficientes para todo las colas avanzan en poco tiempo, por lo que parece no importarles esperar. A la hora de comer la comida se elige y paga en una máquina. Nada más sentarte te traen tu plato caliente de udon y sopa miso. Los clientes comen y se van, en pocos lugares hay sobremesa. Están preparados para gente que va sola. No se sientan frente a frente, y si hay algún sitio dispuesto así suele tener una pequeña mampara que separa a los clientes para evitar el contacto ocular. Además, al entrar los camareros buscan sentarte en una mesa lo más alejada posible del resto de los clientes.
Existen otras costumbres muy
curiosas en Japón que no están tan orientadas a mantener el orden. Los
japoneses pueden resultar bastante peculiares, al menos desde el punto de vista
de un occidental:
- Se puede dormir en cualquier parte, y cuando digo en cualquier parte es en cualquier parte. El suelo del metro parece un sitio perfecto para dormir la mona después de una noche de fiesta. La entrada de un gimnasio o una mesa en un café también son sitios ideales para echar una cabezada. En Japón la siesta está a la orden del día. Y luego dicen de España...(la foto de la chica fue tomada un sábado por la mañana. La gente pasaba de largo asumiendo que se había quedado dormida tras una noche de fiesta)
- Tienen "fetiches" muy curiosos y aceptados a nivel social. Peinan muñecas, venden disfraces de colegiala para los hombres, van a maid café (cafés donde pagas a chicas vestidas de un modo un tanto infantil para que canten y jueguen a piedra-papel-tijera contigo) y sus animes y hentai rozan mucho el límite de lo legal en Europa. En general da la impresión de que todo este mundo está pensado para la población masculina, mientras que las mujeres participan de ello vistiéndose con un toque aniñado, llevando mucho colorete y pestañas postizas y con un especie de sonrisa permanente en los labios mientras hablan con una voz extrañamente aguda y aniñada. Basta con fijarse en las chicas conocidas como "idol" en el AKB48 café.
- Los japoneses hablan (a veces solos). Y si no hablan ellos siempre hay una máquina, coche o escalera mecánica que te habla. Hablan en las tiendas y restaurantes, para darte la bienvenida o para despedirte. Pero utilizan muchas palabras para decir simplemente "bienvenido". Para alguien que no entiende su idioma puede resultar ciertamente confuso, por lo que los turistas nos limitamos hacer una reverencia y decir "arigato" con la esperanza de que eso sea suficiente. Muchas veces siguen hablando aun así.
- Los japoneses son muy espirituales, o al menos lo eran. Hasta hace 20 años la tradición estaba a la orden del día en los hogares japoneses. Ahora los jóvenes parecen alejarse poco a poco de esas tradiciones. Duermen en camas occidentales en lugar de futones, desayunan café en lugar de arroz y huevo crudo, usan baños occidentales y llevan yucatas para ir por la calle en verano (cuando realmente son una especie de túnica para usar al salir de la ducha los días que hace calor, no están pensadas para salir a la calle con ellas).
- Aún así mantienen sus tradiciones como el mountain shrine festival, una especie de procesión en la que llevan un santuario de templo en templo a ritmo de tambores y con mangueras echando agua para combatir la humedad y el calor de Japón en agosto. Y es que en verano hace mucho calor y humedad. Por eso llevan consigo pequeñas toallas que les ayudan a secar el sudor. Por supuesto venden toallas con motivos infantiles (Hello Kitty) y frikis (animes).
- Los japoneses son ingeniosos. Tienen todo tipo de inventos, algunos muy básicos y útiles, como el grifo-llena cisternas de sus inodoros, la línea amarilla para guiar a los ciegos que hay en prácticamente todas las calles, los parking en vertical, las perchas sujeta paraguas para bicicletas, los seguros antirrobo de bicicletas pequeños y fáciles de usar (es esa cosa negra que hay encima de la rueda, justo detrás del sillín)...
- Eso sí, a pesar de sus múltiples e ingeniosos inventos no parecen conocer el papel higiénico de doble capa. Puede que esto sea para ahorrar papel o para que se disuelva mejor. Sea como no sea es imposible encontrarlo.
- Los japoneses también son ingeniosos para los productos de belleza. Sus estándares difieren bastante de los europeos en ciertas cosas. Por ejemplo, se aclaran la piel y se agrandan los ojos. Para hacerlo recurren a cremas, maquillaje, pestañas postizas (hasta aquí todo normal) y a pegamento para los párpados. Parece extraño e incluso doloroso, pero en cualquier farmacia podrás encontrar este pegamento, que parece bastante eficaz. Además, las japonesas no se tiñen de rubio, en todo caso se tiñen de castaño claro o de algún color llamativo como verde o azul (aunque esto es más característico de los chicos y no es común en absoluto). Otros productos que llaman la atención son la tiras adhesivas que se colocan en los labios para no roncar, y los palillos ortopédicos que utilizan para elevar la nariz.
Esas
son las curiosidades más destacables de Japón (o por lo menos las que yo he
podido apreciar en mi viaje allí). Hay muchas otras costumbres que llaman la
atención, aunque son algo más secundarias. Algunas de estas son las siguientes:
- Les encanta el té frío. Y las bebidas con azúcar. Tienen máquinas expendedoras en todas las esquinas e incluso en medio del bosque (con la cara de Tommy Lee Jones).
- El anime está a la orden del día. Por ejemplo existe una ruta turística que hace un tour por las localizaciones que aparecen la popular película de anime de 2016 "Your Name". Además, aman cuatro cosas sobre todo lo demás: Hello Kitty, One Piece, Doraemon y Pokemon.
- Les encantan las miniaturas. De cualquier cosa. Desde comida hasta Pokemon, es típico que hagan pequeñas maquetas y las tengan como elemento decorativo.
- Tienen dulces, pero muy raros (a ojos de un occidental). La fruta es muy cara, les encantan los plátanos recubiertos de chocolate y la pasta de judías. ¡Ah! Y el té matcha (una forma autóctona de tomar té, que consiste en convertirlo en polvo para echarlo en el agua caliente). No hay dulce que se precie si no tiene una cobertura de té matcha.
- Se puede encontrar comida muy barata y todo esta delicioso. Udon, ramen, arroz con panceta o cerdo rebozado, bolitas de arroz, takoyaki, okonomiyaki y brochetas se pueden encontrar en cualquier parte (incluso en los bento o bandejas que hay en supermercados y en los 7eleven y similar). Son muy asequibles. El sushi o la carne son algo más caros, pero también resultan deliciosos.
- Hay muchos bichos y son enormes.
- Al pagar en tiendas te ofrecen primero los billetes y luego las monedas cuando te dan el cambio. Así lo puedes contabilizar mejor y tienes tiempo para guárdalo por separado en tu cartera. Además, colocan en una bolsa tu compra y te la ofrecen delicadamente, con el asa preparada para cogerla. Para facilitar aún más las compras en los supermercados existen unas mesas detrás de las cajas para colocar tranquilamente tu compra tras haber pagado, lo cual resulta muy útil.
- Los tatuajes están mal vistos y prohibidos en lugares públicos como playas. Venden incluso parches para taparlos. Esto es porque están asociados a los integrantes de las mafias, quienes son (casi) los únicos japoneses que llevan tatuajes, y tienen prohibida la entrada a muchos locales y hoteles (Foto de hotel que sí permite la entrada a gente con tatuajes).
- Los albergues tienen futones y literas con cortina. Eso da más privacidad y los hace más cómodos. Además en todos hay champú y gel de baño, aunque en algunos hay que pagar la toalla aparte. Los albergues modernos serían los hoteles cápsula, los cuales son muy cómodos, limpios y asequibles. Hacen que ir de mochilero sea fácil y agradable. Eso sí, el check-in en Japón es a partir de las 15,00 lo cual puede resultar un inconveniente si no te permiten dejar las maletas en el hotel antes de esa hora. Hay que tenerlo en cuenta. De todos modos hay taquillas por todas partes que pueden resultar muy útiles para dejar la maleta unas horas. Nos puede salir por unos 5 euros el día.
- Les encantan los pantalones 3/4. Demasiado largos para el verano, demasiado cortos para el invierno. Aún así les encantan. Será para evitar ponerse morenos y que no les piquen los insectos. De hecho su pijama tradicional, conocido como jinbei, es un pantalón 3/4. Además las chicas llevan medias anti rayos uva en verano para evitar a toda costa perder el tono blanco de su piel. Eso que no suelen nunca llevar ninguna prenda que deje ver las rodillas.
- Participar en grupos de baile está a la orden del día. Se lo toman muy en serio. Hacen concursos y desfiles en los festivales y ensayan todo el año. Es fácil y divertido verlos entrenar en parques, y algunos grupos tienen hasta equipo profesional de entrenadores. Participan tanto hombres como mujeres. De hecho los hombres no parecen tener ningún problema en disfrazarse, vestirse de rosa o bailar.
- Tienen cochecitos para perros. Y ¿habéis oído que hay cafés de gatos? Eso no es nada en comparación con los ¡cafés de búhos! En mi opinión es un poco exagerado, pero no deja de ser curioso.
- Son capitalistas a muerte (en esto se parecen a los americanos y europeos). Hasta sus templos están llenos de ofertas de amuletos religiosos que los turistas compran a modo de souvenir. Con esto quitan magia al lugar. Aunque es una forma de mantener los templos y santuarios, ya que la mayoría son gratuitos.
- Tienen baños públicos en muchos sitios, lo cual es de agradecer. Hay baños al estilo occidental, que son los famosos baños con chorritos que te hablan (como no) y hacen ruido, y hay baños tradicionales japoneses. Estos son prácticamente un agujero en el suelo. No todos los baños son tan sofisticados como pensamos, podemos llevarnos una sorpresa. En los baños occidentales además exigen a los hombres usarlos sentados, hay ruido de riachuelo para crear ambiente e incluso hay un botón de ruido a secas para evitar que pueda escucharte tu vecino.
- Utilizan Line en lugar de Whatsapp. Y su teclado está compuesto de 9 símbolos que al combinarse forman sus palabras en Kanji.
- Los fotomatones te maquillan. Al hacerte la foto la máquina automáticamente te pone colorete, te quita brillos y te agranda los ojos. Por si esto fuera poco, antes de imprimir las fotos te deja hacerlas photoshop. ¡Con razón salen tan bien los japoneses en las fotos!
- Te hacen ponerte una bolsa en la cara al entrar en los probadores (al menos a las chicas). Esto es para evitar así que el maquillaje manche la ropa.
- En Japón al congreso se le llama dieta (kokkai). Al parecer es una palabra que viene del latín (no tiene nada que ver con el sushi)
- Las gasolineras tienen los surtidores colgando del techo.
En
resumen Japón es un continuo contraste entre lo ingenioso, lo espiritual y lo
infantil. Viajar a un lugar tan distinto ayuda a recapacitar sobre su cultura y
sobre nuestra propias costumbres y tradiciones. Somos muy distintos, pero en el
fondo somos muy similares. Sin duda merece la pena llegar al otro lado del
mundo y dejarse sorprender.