El
juego patológico ha sido considerado tradicionalmente como una condición
relacionada con el descontrol de impulsos. No obstante, la versión más reciente
del manual diagnóstico psiquiátrico americano, el DSM, considera al juego patológico
dentro de las adicciones. Ha cambiado así la concepción tradicional de este
trastorno, el cual es más prevalente en nuestra sociedad de lo que parece a
simple vista. Pero, ¿Qué ha llevado a este cambio?
En
un primer momento se enfocó el juego
patológico como dentro de la categoría del control de impulsos debido a su
similitud con este tipo de trastornos (cleptomanía, piromanía, tricotilomanía,
trastorno explosivo intermitente). Las características que definen a este grupo
son principalmente tres: la sensación de tensión antes de realizar la acción,
fracaso de resistir el impulso o tentación de llevar a cabo la acción, y la
sensación de satisfacción y liberación de tensión tras realizar el acto. El
juego patológico parece seguir ese patrón de comportamiento. Sin embargo, lo
que se pone en duda es si realmente experimenta tensión antes de realizar el
acto, y si esa activación resulta desagradable.
Brown
(1987), basándose en el modelo de Apter, analiza los rasgos característicos de
las personas que son propensas a convertirse en jugadores patológicos. Según
este modelo, el jugador tendría un modelo de conducta paratélico, el cual
implica una búsqueda de activación en lugar de un descenso de esta. Este tipo
de personas se aburren en situaciones monótonas, donde las mayoría de la población
se sentiría relajada. No obstante, en situaciones donde la personas con
orientación télica se sentirían estresadas, el jugador patológico sentiría una
activación placentera. Esto se debe seguramente a una baja de activación
cortical, la cual lleva al sujeto a sentir aburrimiento en situaciones donde la
estimulación es baja. Por ello busca emociones más intensas en el juego.
La
activación cortical también parece tener cierta relación con el concepto de
búsqueda de sensaciones de Zuckerman, donde una alteración en la función de
ciertos neurotransmisores se relacionaría con
la temeridad que muestran estos sujetos. Este concepto está asociado a
las conductas adictivas, categoría en la que se incluye ahora al juego
patológico. Parece que este tiene relación especialmente con el alcohol, ya que
es una adicción más aceptada socialmente, y que tiene efectos devastadores a
nivel familiar y social. Existen otros rasgos comunes entre el alcoholismo y el
juego patológico, como una patrón de personalidad que tiende a la extroversión
y al psicoticismo, y la alta tasa de comorbilidad con otras adicciones. El
jugador patológico muestra además síntomas de abstinencia y compromete su vida
para continuar con su adicción.
¿Qué implicación tiene
considerar al juego patológico como una adicción?
La
importancia de la clasificación reside principalmente en el enfoque que se da a
la intervención psicológica y social. Así por ejemplo, existen asociaciones de
Jugadores Anónimos, con una estructura similar al de Alcohólicos Anónimos. Asimismo
se utilizan técnicas como prevención de recaídas y de control de contingencias
En
conclusión, parece que la reciente reconceptualización de este trastorno lejos
de ser caprichosa resulta útil para enfocar el tratamiento de estos pacientes
de un modo más eficaz y amoldado a sus necesidades.
Fuente:
Belloch, Sandín,
Ramos (2009) Manual de Psicopatología Volumen I. McGraw Hill. 424-448
Brown, R. I.
(1987b). Gambling addictions, arousal and an effective decision making
explanation of behavioural reversions or relapses. International Journal of
Addictions, 22, 1053-1067.
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