Recientemente varios personajes del mundo cinematográfico se han unido a la lucha contra el estigma de la enfermedad mental. Este estigma nos persigue a todos, siendo los propios enfermos los que más dificultad tienen para superar el rechazo que sienten hacia sí mismos. A veces se cree que debido a su enfermedad son incapaces desenvolverse en el mundo, o que han dejado de ser personas llenas de promesas y de futuros prometedores para pasar a convertirse en proyectos frustrados.
Nada más lejos de la realidad. Hay mucha parte sana en cualquier enfermedad mental. Los síntomas son consecuencias de un exceso. Si no lo creen, piensen en cuantas veces han pensado en voz alta, o han hablado solos, o se han sentido terriblemente tristes o sumamente activos. Son comportamientos comunes, que vistos en un enfermo mental nos asustan. Todos batallamos a diario por hacernos un hueco en un mundo que no nos lo pone nada fácil. Cada cual tiene sus estrategias, que pueden funcionar mejor o peor según el caso. En la enfermedad mental, las estrategias para esa lucha diaria se han pasado a un extremo, pero su objetivo es el mismo: el de sobrevivir lo mejor posible en el entorno social.
Asumiendo lo sano de la locura, parece más fácil olvidar el estigma social y tratar a los demás por lo que son, y no por lo que tienen.
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